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A buen seguro te habrás enterado, ya sea en una sesuda tertulia de televisión o en un pretencioso hilo de Twitter, que la energía verde y qué tipo de fuentes de generación la componen es un asunto en continuo debate en el que nadie parece ponerse de acuerdo. Si hasta ahora no te has percatado de esto -, créeme que en el fondo te envidiamos- , te recomendamos que salgas de tu búnker para que te de el aire. Pero antes echa un vistazo a este post, que a buen seguro te servirá de ayuda en el mundo exterior. Y es que, durante los últimos años, y en especial tras la poderosa irrupción de las nuevas fuentes de generación eléctrica renovable, se han derramado miles de litros de tinta para tratar de esclarecer qué es la energía 100% verde como tal y qué fuentes entran dentro de esta categoría.
Es por esto que hoy, sin querer pecar de pretenciosos, nos gustaría hacer un pequeño repaso sobre cuáles son las diferentes fuentes de energía renovable que se pueden considerar verdes. Y es que hay algunas que, pese a que nosotros las consideremos así, no son 100% verdes. Veamos.
El origen de esta debate se encuentra alejado de esas frías centrales eléctricas que podamos tener en nuestras cabezas. Trata, por un momento, de borrar de tu mente esas recurrentes imágenes de torres de refrigeración, placas solares o generadores eléctricos produciendo vatios y vatios que recorren la red eléctrica hasta llegar a nuestras casas. Nuestra mente tiene que hacer un viaje más modesto, hacia el diccionario. No nos abandones todavía, que esto te puede resultar más interesante de lo que parece.
Comencemos pues con la definición de qué es la energía verde, que al fin y al cabo es lo que nos ha llevado a este punto. Podemos definir este tipo de fuentes de energía como aquellas que no producen ningún tipo de impacto en el medio ambiente –ausencia de contaminación y/o degradación del medio por impacto directo o indirecto- y cuyos recursos naturales para la producción de energía son renovables e inagotables para el uso de los seres humanos. Una definición a la que habría que añadir el muy relevante matiz del impacto que causa la producción y emplazamiento de la infraestructura necesaria para la generación eléctrica. Un punto que asumimos como clave, y es que toda acción humana tiene un impacto en el entorno, por mucho que este sea mínimo. Así, podemos hablar de energía verde al 100% cuando nos referimos a la energía solar térmica y fotovoltaica, la energía eólica en sus variantes terrestre y marina, la energía geotérmica, la biomasa y las energías marinas como la maremotriz –aún en desarrollo e investigación salvo el caso de éxito de la eólica offshore que encontramos en el anterior punto-.
Quizá, llegado este punto, te preguntes qué ha pasado con algunos otros tipos de generación eléctrica de sobra conocidos y que, a buen seguro, te sorprende no encontrar a simple vista. Es el caso particular de la energía hidráulica, que está catalogada como renovable pero no como verde debido al impacto que produce en el medio ambiente en aquellas plantas superiores a 10 MW (inferiores a este tamaño son consideradas mini-hidráulicas), ya que detienen el curso de ríos de manera significativa. Esto no significa que la energía hidráulica no sea un recurso energético limpio, sino que no se puede considerar como energía verde al 100%, dado que esta sí que tiene un impacto significativo en el entorno. He ahí la clave del asunto.
Clasificación aparte merecen dos fuentes que copan titulares de manera frecuente: el gas natural y las nucleares. Estas dos fuentes para la producción de energía, que se encuentran en el epicentro de discusiones políticas de primer orden -recordemos que la Comisión Europea ha catalogado como verdes las inversiones en estas energías para facilitar la transición ecológica y alcanzar los objetivos de descarbonización de la Unión Europea- son de suma importancia para el mix energético de muchos países. Pero, veamos detenidamente cuales son los motivos por los que gas y nuclear no pueden considerarse verdes, pero sí limpias según algunos criterios de expertos.
El papel de la energía nuclear como energía limpia es controvertido debido a los residuos generados como consecuencia del uso de material radioactivo para la producción eléctrica. Si bien los defensores de esta fuente la consideran una energía limpia (una posición evidentemente no respaldada por sus detractores), debido principalmente a la falta de emisiones de gases contaminantes a la atmósfera durante el proceso de producción de energía (no deja de ser una central de vapor), esta no puede ser considerada una energía verde por el impacto que produce en el entorno. Recordemos que esta es una de las reglas para considerar una energía como verde.
El papel del gas natural, si bien es diferente, guarda ciertas similitudes. En primer lugar, el gas natural es un tipo de hidrocarburo por lo que debe ser extraído de la corteza terrestre, donde se encuentra atrapado en bolsas sometidas a la presión terrestre durante millones de años, por lo que su extracción genera un impacto medioambiental en el entorno. Unido a esto, y al igual que ocurre con el resto de hidrocarburos, su uso en la generación de energía es mediante la combustión; un proceso que desempeña inevitablemente la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Así, pese a ser uno de los hidrocarburos más respetuosos, no puede considerarse una energía limpia como tal; aunque sí se trata, al igual que la nuclear, de una fuente de generación eléctrica de gran importancia y de menor impacto medioambiental.
Pues bien, hasta aquí llega nuestro modesto viaje, diccionario mediante, al mundo de la energía verde. Esperamos que te haya resultado útil.
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