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Son las diez de la noche, es pleno invierno y fuera de casa hace 8 grados. Tú apenas lo notas. Frente a tu televisor, estás disfrutando del confort de tu radiador eléctrico. Mientras, cargas tu teléfono móvil y escuchas de fondo como el lavavajillas hace el trabajo sucio mientras tú descansas. Es el «milagro» de la electricidad en casa. Esta escena cotidiana se produce gracias a la electricidad. Y, pese a que para nosotros pueda suponer algo totalmente normal, no es tan sencillo como pueda parecer.
Y es que, para que la electricidad llegue a nuestras casas de manera segura, la energía debe ser generada y transportada. También debe ser transformada y distribuida. Todo ello a través de una complicada maraña de subestaciones; transformadores eléctricos; centros de distribución y redes. En un laberinto subterráneo del que no somos conocedores.
¿Quieres descubrir cómo? Echa un vistazo al siguiente vídeo:
Tal y como se explica, existen diferentes fuentes de generación de energía eléctrica: tradicionales y renovables.
Las primeras suelen estar lejos de los puntos de consumo. Por eso, la energía que generan debe transportarse. Y, posteriormente, transformarse en las subestaciones de alta a media tensión. Sin embargo, las fuentes renovables se conectan directamente a las subestaciones.
El viaje de la electricidad continúa de las subestaciones a diferentes centros de transformación. Es allí donde se transforma para su uso industrial o residencial. Todos estos centros incorporan sistemas de protección y automatización. Es a mejor manera de asegurar el suministro, la explotación racional de los recursos y la seguridad del entorno.
De esta manera, se logra una distribución eléctrica, segura y sostenible. La base para cubrir las diferentes demandas energéticas. Lo que ayuda a hacer nuestra vida más fácil.
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