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Digitalización y descarbonización de la red eléctrica, la llave del cambio para el futuro del planeta

Nos encontramos en un momento de profundos cambios en materia social, económica, medioambiental y, por ende, energética. Una ola de transformación imparable, que se centra en la necesidad de reformar nuestra sociedad para cincelar otra sostenible a largo plazo. Un objetivo tan complejo como ilusionante: descarbonizar nuestra economía para garantizar un mundo sin emisiones de carbono; es decir, dejar un mundo mejor a la siguiente generación.

Este objetivo, ratificado por varias de las naciones del mundo en la cumbre de Glasglow en 2021 y consensuado por dos de las mayores potencias económicas del mundo como son la Unión Europea- que se ha fijado un horizonte de cero emisiones para el año 2050- y Estados Unidos –cuya política climática ha dado un vuelco en la buena dirección-, pasa obligatoriamente por la modernización de las redes eléctricas. Y es que éstas requieren de una adaptación ante la cada vez mayor presencia de los tres pilares clave de una economía descarbonizada: la generación eléctrica renovable, la electrificación de la movilidad y la eficiencia energética.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hace pocos años era impensable que la energía más barata fuese a ser la producida en plantas de generación renovable. Tanto grandes plantas con capacidad equivalente a un grupo nuclear como pequeñas plantas a escala doméstica instaladas en cada uno de nuestros tejados. Hoy, eso que parecía imposible hace pocas fechas, es ya una realidad. Del mismo modo, hoy parece imposible que esa generación renovable pueda dar soporte al consumo de base de nuestra economía debido a la naturaleza no gestionable de los fenómenos naturales tales como el viento, el sol o la lluvia. Pero en pocos años la creciente conexión de gran capacidad de almacenamiento de energía en forma de saltos hidráulicos reversibles, grandes plantas de almacenamiento en baterías o pequeños equipos de almacenamiento en cada una de nuestras casas también resolverán ese problema.

¿Quién nos iba a decir hace 5 años que las ventas de coches eléctricos pudieran eclipsar las ventas de vehículos diésel en Europa como ha ocurrido en los últimos meses? Esta es una gran noticia, ya que anuncia que se reduce el impacto directo de las emisiones de C02 y de otros gases nocivos en los entornos urbanos.

El tercer gran protagonista de nuestra ecuación es tan o más importante que los dos anteriores: la eficiencia energética. El kilowatio-hora más barato y verde es el que no se consume. Poner el foco únicamente en nuestra capacidad para generar más energía, por muy verde que esta sea, sin pensar en la necesidad de reducir las pérdidas y nuestros consumos sería sumamente irresponsable. Y es aquí donde están emergiendo novedosos modelos de negocio que llevan a cada punto de consumo energético las más modernas tecnologías para reducir dicho consumo sin que el usuario tenga que adelantar ni un solo euro o los nuevos equipos para las redes de distribución eléctrica que han incrementado y mucho su eficiencia.

Pero las tres palancas hasta ahora mencionadas: generación renovable con almacenamiento, movilidad eléctrica y eficiencia energética, generan a su vez un gran reto. Y es que la red eléctrica tendrá que dar acogida a dicha potencia de generación no gestionable, a dichas plantas de almacenamiento, tendrá que ser capaz de garantizar la recarga de los vehículos eléctricos a través de multitud de puntos de conexión (en muchos casos en puntos de alta potencia para ofrecer cargas cada vez más rápidas) y tendrá que permitir conectarse con esos consumidores energéticos que tiene complejos sistemas de eficiencia energética para colaborar con ellos a través de cuándo, cómo y qué consumen.

Ahora que somos conscientes del mayúsculo reto que tenemos por delante, toca preguntarnos cuál es la fórmula para lograrlo. Quizá lo primero sea ser conscientes de que este desafío requiere una alineación total entre el entorno público, otorgando una visión a largo plazo y un marco regulatorio flexible y adaptado a la situación, y el privado, aportando el conocimiento y la tecnología necesarios para abordarlo. Y es que los intereses de ambos mundos deben confluir por un mismo sendero. Es aquí donde debemos destacar y respaldar el papel de compañías y actores que llevan años transitando este camino.

En Ormazabal desarrollamos soluciones para las redes de distribución eléctrica, la generación renovable, la carga del vehículo eléctrico y la eficiencia energética con la visión puesta en nuestro entorno y con la convicción de aportar nuestro grano de arena en un momento de cambio decisivo.

Jorge González.
CEO Ormazabal